Antes de emprender la logística de llegar hasta Irún se plantea el primer problema: el llevar la bici. En el tren directamente te dicen que no la puedes llevar, ni desmontada, ni embalada ni nada, y en bus, en teoría sí, pues en la página web de la compañía ALSA, que es la que te lleva a Irún, puedes marcar la opción de facturar bici. El billete te cuesta 40,49 € con bici incluida. En la web no te dice nada de cómo debes llevarla y lo que yo hice fue, una vez en la estación, pregunté y en información me dijeron que simplemente con desmontar la rueda delantera era suficiente.
Después de algún problemita con el conductor (no me la quería llevar) conseguí meterla en el bus, sin necesidad de embalarla ni nada, aunque el conductor me dijo que me hacía un favor.
En Irún, nos hospedamos, el peli (al que recogió el bus en Burgos) y yo, en un albergue juvenil muy chulo, algo retirado de la estación de autobuses y RENFE (están muy cerca) y nos costó 17,70 € con desayuno y carnet de alberguista. Por cierto, el bus Madrid – Irún tarda unas 7 horitas!!!
Índice
SÁBADO 22: Irún – Orio
Después de desayunar hemos comenzado a pedalear y a sólo 3 kilómetros de Irún está el pueblo de Hondarribia (también llamada Fuenterrabía). Aquí nos hemos entretenido más de la cuenta pues es un pueblo precioso. Hemos paseado por sus calles empedradas, sus casas típicas vascas llenas de flores en las ventanas y con madera vista en la fachada, el paseo marítimo…
Después hemos ido al Monasterio de la Virgen de Guadalupe, con una subidita considerable para el cuerpo, pero que merece la pena porque hay unas vistas de Hondarribia muy bonitas. A la derecha del monasterio sale un caminito por el que nos hemos metido siguiendo el consejo de un ciclista que venía por él. Al principio ha sido bastante duro pues la pendiente era muy empinada y con piedras pero luego se ha ido suavizando el terreno y hemos podido ir todo el rato encima de la bici, disfrutando de las montañas y del paisaje. Esta ruta rodea el monte Jaizkibel.
Siguiendo esta senda hasta el final llega un momento en que tienes que hacer una bajada al pueblo Pasajes de San Juan, pero ¡¡¡¡por escaleras!!! Así que nos ha tocado cargar la bici al hombro para poder bajar. El pueblo también es muy chulo y nos hemos dado una vuelta por él aprovechando para tomar algo en un bar y comer.
Después de comer y para continuar con el camino, hemos tenido que coger una barca, para pasar al otro lado de la ría (nos costó 0,60 € + otros 0,60 € de la bici). Una vez al otro lado, hemos seguido la flecha amarilla y nos ha llevado al comienzo de unas escaleras muy empinadas en la falda de un monte. Justo antes de la subida hemos preguntado a dos pescadores que había allí, para saber si el tramo era muy largo y si era transitable con las bicis a lo que ellos nos han contestado que eran pocas escaleras y que acababan de subir otros 3 chicos con bici. Así que, ni cortos ni perezosos hemos cogido la bici al hombro de nuevo y al lío. Después de la experiencia que me supuso tal esfuerzo físico recomiendo fervientemente NO COGER ESE TRAMO SI VAS EN BICI. Además del no corto tramo de escaleras, la pendiente después es tan empinada y con tantas piedras que nos tocó empujar la bici la mayor parte del tiempo. ¿lo mejor? Pues el paisaje, sí… es precioso, con vistas del mar, los acantilados, el monte, puentes de piedra, dignos de ver, pero poco accesibles para la bici. Si te gusta sufrir, hazlo pero si no…..
Al final de la subida nos hemos metido a la derecha y hemos ido a parar a una casita muy bonita, en la que estaba un señor con un chico y una jovencita, y nos han invitado a tomar una bebida rara… con mate y zumo de algo… El tío empeñado en que nos quedásemos a dormir que no cobraba nada, pero a los dos nos ha dado la impresión de que era como una secta y nos hemos ido pitando de allí. Después, siguiendo el camino, cruza una carretera, que hemos seguido y nos ha llevado a San Sebastián, todo de bajada. Hemos hecho una rutita en bici por la ciudad viendo la Playa de la Concha, la catedral, la basílica, paseando por sus calles. Es una ciudad muy bonita pero con demasiada gente para mi gusto. Prometo volver, pero en otra época del año, evitando la masificación.
Desde allí, y siguiendo la playa de la concha, hemos tenido una subida de unos 5 km bastante duritos, hasta llegar al Monte Igueldo. Allí, hemos tenido que pagar para entrar 1,70 € y lo que nos hemos encontrado, además de unas vistas impresionantes de la ciudad de San Sebastián por las que merece la pena pagar la entrada, es un parque de atracciones para niños…horrible!!! No sé quién habrá sido el lumbreras que lo ha puesto ahí!!!. Hemos seguido subiendo, hasta el Alto de Mendizorrotz (yo me he tenido que bajar de la bici varias veces de puro cansancio… pero Raúl aguantando como un campeón). La bajada ha sido genial y justo en la falda hemos llegado a Orio, nuestro destino en el día de hoy. El albergue en Orio no es de peregrinos, si no que es privado, pero sólo cobran 10 € la noche. Se recomienda no entrar al pueblo pasando por debajo del puente de la autopista si no seguir una señal de “playa” justo antes, que os llevará al albergue directamente y os evitaréis así tener que hacer una subidita bastante dura por las calles del pueblo. En el mismo albergue nos daban de cenar (8 €).
DOMINGO 23 – Orio – Markina
Después de desayunar y charlar con la gente del albergue se nos ha hecho un pelín tarde para salir pero ha merecido la pena pues la propietaria del albergue nos ha explicado, mapa en mano, qué caminos seguir con la bici y cuáles son intransitables.
El primer tramo después de pasar el pueblo ha sido por senda de piedras, aunque transitable con la bici. La senda era muy estrechita pero hacía fresquito y las vistas eran preciosas.
El camino nos ha llevado hasta Zarautz por el que hemos recorrido todo el paseo marítimo y, por carretera, hemos llegado a Guetaria. Aquí, hemos dado una vueltecita por las calles porque parecía un pueblo bonito. Después hemos continuado por carretera a Zumaia que, aunque va por la playa y es más rápida y con menos cuestas, tenía bastante tráfico y es más incómoda.
Hay dos grandes subidas por carretera: Elorriaga e Itziar, donde está el monasterio. Hasta estos dos picos, hemos llegado por carretera, por recomendación de un caminante que nos decía que las sendas eran intransitables para la bici.
Una vez pasado el Monasterio de Itziar, y siguiendo las flechas amarillas, por delante del cementerio, hay una bajada impresionanete al pueblo de Deba. En este pueblo, además de parar para comer y echarnos una breve siesta, hemos dado una vueltecita por sus calles y por el paseo marítimo, antes de emprender la marcha hacia Mutriku y Ondarroa.
Ése último, como nos ha parecido chulo a primera vista, lo hemos recorrido un poco por el centro y por el puerto, para coger de nuevo la carretera a Bierratua y luego a Markina, donde nos quedamos a dormir en el albergue de peregrinos. Como lo cerraban a las 22 nos hemos dado prisa en cenar y una vez dentro he lavado la ropa y hemos charlado con unos ciclistas de zaragoza (los 3 que supuestamente habían subido con la bici al hombro por las escaleras, pero como supimos después se dieron la vuelta :-(.
LUNES 24 – Markina – Bilbao
Nos hemos levantado prontito, para intentar salir un poco antes que ayer. A las 7:30 estábamos desayunando y media hora después sobre la bici, con un día nubladito.
Hemos emprendido el camino por carretera hacia Guernika, subiendo y bajando cuestas todo el tiempo pero con unos paisajes y unas vistas increíbles. Guernika es un pueblo bastante grandecito y aquí aprovechamos para comer algo a media mañana y visitar la ciudad, y sobre todo el famoso árbol (hay dos, uno el originario, que es sólo un tronco, y otro el nuevo) y el pórtico gótico de la iglesia de Santa María.
Desde allí hemos ido a Múxica por una carretera con bastante tráfico y siempre preguntando, porque la gente no lo tenía claro. Después hemos llegado al Alto de Gerekiz, y después de bajar un poco, hemos visto un letrero a la derecha indicando la ermita de Gerekiz y hacia allí hemos ido. La ermita es bastante sencilla y sin florituras… de hecho, cuesta saber que es una ermita, tan sólo porque lo pone en un cartelillo.
Allí nos volvimos a encontrar señales del camino de Santiago y volvimos a seguir esa pista. Las cuestas eran tan empinadas que yo me tenía que bajar de la bici y empujar porque me quedaba clavada y sin fuerzas (Raúl tiraba como un campeón). Pasado el cruce del caserío de Landodtz el camino seguía por una senda a mano derecha que decidimos seguir ¡¡¡error!!! Esta senda es durísima para bicicletas. Yo me bajé de la bici, claro, pero Raúl no y subió todo aunque me reconoció que había sido duro. Además, debido a la vegetación tan espesa no corría nada de aire y el calor se hacía insoportable.
En la cima de estas cuestas se cruzaba una carretera (por la que deberíamos haber subido) y luego una pista que sí hay que seguir. Desde aquí hemos subido al Alto de Aretxabalaga, desde donde hemos comenzado un descenso llegando a Goicolexalde. Aquí hemos parado para comer, pero al no haber ningún sitio hemos ido al siguiente pueblo, a 1 km, Larrabetzu. Hemos descansado un poco y antes de las 5 hemos emprendido de nuevo la marcha, con el cielo amenazando lluvia.
Por carretera hemos seguido hacia Lezama y, según una hoja informativa que tenía yo, desde aquí, salía un camino que debíamos seguir para evitar pendientes pronunciadas, pero Raúl se empeñó en seguir un camino que nos indicó una señora así que fuimos siguiendo las flechas amarillas hasta Zamudio, pasamos por el polígono industrial y, después de preguntar hemos llegado, no sin esfuerzo, a la ermita de San Antolín por una pista asfaltada pero con bastantes pendientes. Aquí, nos hemos equivocado de camino y nos ha tocado volver a subir un cuestón que acabábamos de descender, para seguir subiendo y subiendo sin parar, sin ver flechas amarillas, pero gracias a la ayuda de los lugareños de los caseríos hemos conseguido llegar hasta el monte Ituritxualde, donde se cruza una carretera principal que nos llevaría a Bilbao.
El descenso por esa carretera es peligroso porque tiene mucho tráfico, y encima comenzó a chispear. Casi entrando en la ciudad nos hemos encontrado también con los de Zaragoza, pero ellos continuaban hacia Portugalete en lugar de quedarse en Bilbao a pasar la noche. Siguiendo con el descenso, la carretera se convierte en autopista!!!! Así que, nos hemos salido por el primer sitio que hemos visto, con tan mala suerte que Raúl ha pinchado la rueda trasera.
Después de arreglar el pinchazo hemos seguido las flechas de “centro ciudad” y hemos desembocado en la Catedral de la Virgen de Begoña. Luego hemos bordeado la ría hasta llegar a la explanada del Guggenheim y después, por la orilla, hasta dar con el albergue, que está a la otra punta de la ciudad. A lo tonto se nos han hecho casi las 9. El albergue cuesta 17,5 € con desayuno y está bastante nuevo.
Después de cambiarnos y ducharnos y demás, hemos salido a cenar con unos amigos de Raúl. Al ser lunes y como la ciudad en general estaba de resaca de la semana grande había muy pocos sitios abiertos, pero al final hemos entrado en uno de la zona centro. Nos hemos tenido que venir pitando ya que el albergue tiene la particularidad de abrir hasta las 12 y luego, sólo en las horas en punto.
MARTES 25 – Visita a Bilbao por la lluvia
Nos hemos levantado sobre las 7:30 ya que el desayuno empieza a las 8. Pero nos hemos llevado una gran sorpresa:¡¡llueve!!! Con lluvia no pudimos coger la bici así que, nos planteamos quedarnos en la ciudad y conocer un poco más Bilbao, y sobre todo su gastronomía, jeje. Después del desayuno, nos pusimos el chubasquero y nos pateamos la ciudad. Fuimos en tranvía a la parte del casco antiguo para ver la iglesia de San Antón, la iglesia de Santiago, y paseando por sus calles y metiéndonos de cuando en cuando a tomar un café y secarnos un poco.
Después, a eso de la 1:30, viendo que el cielo seguía estando cerrado y no tenía pinta de escampar, nos metimos en una tasquita a tomar txocolí (vino típico de allí) con pinchos de todo tipo y condición, a cada cual más bueno!!! Con eso comimos y volvimos al hotel a echarnos una siestecita.
Por la tarde nos cogimos el tren en la estación de San Mamés y nos fuimos a Portugalete a ver el pueblo y el puente colgante. Este puente está declarado patrimonio de la UNESCO y tiene una pasarela en la parte superior por donde puedes pasear y tener unas vistas impresionantes, previo pago de 5 €.
Cruzamos al otro lado de la ría en un transbordador y pasamos a Getxo. Aquí dimos un pequeño paseito por la playa de las Arenas (pequeña y no muy bonita, la verdad) y nos metimos en un bar a cenar.
Después nos cogimos el metro de vuelta a Bilbao y sobre las 10 estábamos en la estación de San Mamés. Como era pronto, decidimos tomarnos la penúltima en uno de los pocos bares abiertos que quedaban por esa zona (por no irnos al centro siendo tan tarde). La camarera era muy simpática y allí nos tuvo hasta que nos tocó volvernos y entrar en el albergue a la 1:00.
MIÉRCOLES 26 – Bilbao – Oviedo (en bus)
Nos hemos levantado sobre las 8, para que nos diera tiempo a desayunar y recoger antes de bajarnos a la estación de autobuses pues mi bus salía a las 10:30. Antes, desmontamos la rueda de delante y, con un plástico que encontramos en una papelera, embalamos la rueda al cuadro para poder montarla en el bus. Aquí se separaban nuestros destinos, pues Raúl regresaba a Burgos. Yo llegué a Oviedo a las 15:30 (el billete me costó 24,94 con bici) y después de hablar con mi hermana para que me buscase un sitio donde dormir, me fui a la c/Uría y entré en un hostal, al que sólo le quedaba una habitación, por 25 € + 2 € para guardar la bici. Me dijeron que la habitación era interior pero como sólo iba a dormir dije que sí…. Lo que no sabía es que era interior interior…. Sin una mísera ventana!!! Tampoco tenía baño… era común!! En fin… menos mal que sólo era una noche. ¿lo bueno? Era muy muy céntrica.
Después de dejar el equipaje y la bici me he metido a comer algo a un bar, antes de hacer una ruta turística por la ciudad. He visto la catedral por dentro y por fuera (típica construcción gótica), he entrado a la Cámara Santa (donde está la cruz que aparece en el escudo de la ciudad y la construcción abovedada del Siglo VIII), el claustro y el museo de la iglesia (por 3,5 € más). Después he visitado la Fuente de la Foncalada y la iglesia de San Julián de Prados (construcciones del prerrománico asturiano, s. IX y X). En los jardines de alrededor, como hacía tanto calor, la gente estaba como en la playa, en bikini, haciendo topless…
Después, sobre las 8 me he vuelto al hostal a darme una ducha y salir a cenar. Mientras estaba buscando un sitio donde hacerlo me di de bruces con la Iglesia de San Juan el Real, en la que, como supe después, se casó Franco. Es una iglesia preciosa, toda de colores por dentro y con una bóveda. Esta iglesia no viene ni en el plano turístico ni en ningún sitio, por eso me gustó tanto encontrarla.
Para cenar, me metí en un bar en la “ruta de la sidra” y me deleité dándome un banquete de cabrales, chorizo a la sidra y una botellita de sidra para mi solita. Me acosté prontito porque estaba cansadita y tampoco tenía mucho que hacer.
JUEVES 27 – Subida al monte naranco
Después de desayunar, he cogido la bici (sin alforjas.. no veas si se nota el peso) y me he ido a visitar los monumentos más importantes de Oviedo: Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo. Me han encantado!!!
Después de verlos en los libros y estudiarlos tantos años en historia, el verlos en directo fue alucinante. Desde allí, si se continua la carretera, se llega a lo alto del Monte Naranco, unos 4 km de subida bastante durita. Desde el monte, hay unas vistas impresionantes de la ciudad de Oviedo, así que mereció la pena es esfuerzo.
Después de la bajada, me fui a la “ruta del vino” a comer algo y después me cogí el autobús de vuelta a Madrid (billete 36,11 €)
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