Salimos Ángela y la que suscribe de Madrid el martes 19 por la mañanita temprano, camino del norte. Aún no sabíamos con certeza a dónde nos dirigíamos, sólo teníamos segura la provincia: ASTURIAS.
Índice
1er día – CUDILLERO – LUARCA
Cogimos la A-6 hacia allá, y después de pagar al menos 4 o 5 peajes llegamos a Cudillero, nuestra primera parada (bueno, segunda, después de un bocadillito para comer). Creo que nos equivocamos al coger la A-6 y deberíamos haber tomado la A-1, sin peajes y más orientada hacia Santander.
En cuanto a Cudillero, es un pueblo muy acogedor, con vistas al mar (al ser chica de interior, ver el mar me provocó un subidón de adrenalina indescriptible!!!) y, si subes a un monte que hay al lado con unas vistas preciosas de su plaza y las casas rodeándola en forma circular. Mientras subíamos nos íbamos preguntando cómo haría la gente mayor o cuando te rompes una pierna para poder subir hasta sus casas, por esas callejuelas llenas de escaleras en las que sólo cabe una persona de pie. Lo que menos me gustó, y esto es común a algunas ciudades con playa en esta zona, fue que en la zona cercana al mar, lo primero que ves son los diques que frenan el oleaje y protegen a los barcos amarrados: bloques de cemento frío.
Desde allí, y después de comenzar a llover nos dirigimos a Luarca, también pueblo de mar, más grande que el anterior. Lo primero que hicimos fue buscar un camping y dar salida a la tienda de campaña que nos habíamos llevado. El camping al que fuimos tenía unas vistas estupendas de los acantilados y estaba en lo alto, muy cerquita del faro. Dio la casualidad de que eran fiestas en el pueblo y, después de dar un paseíto por las calles y cenar acompañado con sidra fuimos a escuchar a la pedazo de orquesta que tocaba en la plaza. No tardamos demasiado en irnos a dormir porque estábamos reventadas.
2º día – LUARCA – TINEO – TUÑA – MERILLÉS- CABO DE PEÑA
A la mañana siguiente, después de desayunar en el camping y recoger la tienda fuimos a visitar el Faro de Luarca y el cementerio, donde está enterrado Severo Ochoa.
Nuestra siguiente parada fue de interior: Tineo. Es un pueblo sin demasiado interés turístico aunque encajado entre montañas. Allí, lo único positivo que hicimos fue el informarnos sobre qué hacer después y comprar algo de comer.
Desde allí fuimos a Tuña, un pueblo muy pequeñito, con casas señoriales y hórreos muy bien conservados, con un puente de piedra muy bonito…. Casi igual de grande que Cobos. Desde allí, nos fuimos a Merillés, desde donde partía una ruta a pie hacia un Dolmen. La subida (vaya subidita!!!!) nos llevó 1 hora, eso sí, a las 3 de la tarde, con una pendiente empinadísima. Eso sí…las vistas son para dejar sin habla: todo rodeado de montañas, viendo ríos, con un cielo sin apenas nubes… todo precioso. Lo que más nos desilusionó fue el tamaño del dolmen, pues no levantaba más que mi cintura….
Desde allí, después de bajar con cuidado para que no sufrieran mucho las rodillas, nos dirigimos al Cabo de Peña, haciendo antes parada técnica para comer. En el cabo hay un centro de interpretación en el que te explica muchas cosas sobre el parque natural y el hundimiento de barcos en esa zona y cuesta 1 € la entrada. Después de visitar el centro nos dimos un paseo por allí….ni lo que os pueda decir por escrito, ni lo que os pueda mostrar en fotos puede describir lo que se ve… simplemente hay que ir. Desde allí, vimos la puesta de sol, desde un acantilado (lejos del centro de interpretación dónde se aglomeraba la mayor parte de la gente), Ángela y yo… las dos solas, heladas de frío eso sí…. Pero….¡¡¡increíble, maravilloso, alucinante!!!! vaya vistas!!! vaya cielo!!!
Desde allí mismo reservamos el hotel, en un pequeño pueblo llamado San Jorge de las Heras: 60 € la noche (sin IVA e incluido el desayuno) la habitación doble. Una vez duchadas y cambiadas nos fuimos a Luanco, a 5 km de allí más o menos, pues al ser un pueblo más grande hay más oferta gastronómica. Lo malo fue que llegamos a las 11:30 de la noche y muchos sitios estaban cerrados. Al final, encontramos un restaurante, llamado LAS DELICIAS donde nos dieron de cenar genial: chopitos y gambas, con arroz con leche… ummmm!!! Además, nos trataron de maravilla, así que, también os lo recomiendo. Después nos dimos un paseito por la ciudad, como primera toma de contacto, y como nos pareció bastante bonita, decidimos volver al día siguiente, con la luz del sol, para verla bien.
3er día- LUANCO – RIBADESELLA – PLAYA TORIMBIA
Al día siguiente, anduvimos por el paseo marítimo (creo que me gustaron todos los paseos marítimos de todas las ciudades…), cerca de la iglesia y del enorme caserón precioso al lado, por sus calles empedradas.
Desde allí, y al saber que nos iba a acompañar el sol, nos fuimos a Ribadesella y allí pudimos bañarnos por primera vez en nuestro viaje. Aquí está complicado aparcar el coche y lo tuvimos que dejar lejitos del centro. Después de darnos un baño nos fuimos a la zona más céntrica, atravesando el puente sobre el Sella, para buscar un sitio donde comer peeeeeeero, como eran más de las 4 de la tarde, todo cierra y nos tuvimos que conformar con comida pre-cocinada. Eso nos pasa por no mirar el reloj, aunque ¡¡se vive tan bien así!!!
Después y siguiendo las recomendaciones de mi compañero de trabajo, Oscar, nos dirigimos a un pueblo llamado Niembro (sí si… lo que oís, o véis), pues a 2km a pie hay una playa preciosa, llamada Playa de Torimbia. El sito me pareció precioso, casi virgen, sin puestos de helados ni socorrista… todo hecho de roca y arena natural. Es una playa nudista (para quien le interese) pero puedes ir como quieras… yo fui en bikini.
Justo cuando nos volvíamos al coche empezó a llover con tantas ganas que no me daban abasto los limpiaparabrisas!!!!
Cogimos de nuevo el asfalto y fuimos al pueblo de Sotres, ya en plenos picos de Europa, con intención de subir el Naranjo al día siguiente. El camino hacia el pueblo pues os lo podéis imaginar: rodeadas de montañas rocosas que tocan el cielo, que en ese momento era gris y encapotado. A eso de las 10 hemos llegado al pueblo y hemos dormido en el albergue por 15 € + 3 € de desayuno. El albergue está bastante bien, con 3 plantas y habitaciones de cuatro literas separadas por cortinas. Cuando llegamos allí y nos instalamos, entablamos conversación con una pareja de Castellón que se iba al día siguiente y nos dio toda la comida que tenían ¡¡ y yo con el hambre que llevaba!! Se lo estoy muy agradecida. Después de charlar un rato con ellos nos acostamos, aunque no fue fácil dormir gracias a unos sevillanos.
4º día – SOTRES – COLOMBRES – PECHÓN – S. VICENTE DE LA BARQUERA.
A la mañana siguiente nos pusimos el despertador prontito, con la esperanza de que hubiese dejado de llover… pero no. Es más, llovía más que el día anterior y además con una niebla espesísima, así que, mi ilusión de subir al Naranjo se fue al garete. Total que recogimos los trastos y emprendimos de nuevo la marcha. Nuestra siguiente parada fue en Colombres, un pueblo no demasiado llamativo y en el que hemos visitado “el archivo de indianos” que, según mi opinión, sólo merece la pena el edificio, pero que según Ángela está muy interesante.
Emprendimos la marcha a eso de la 1 de mediodía, camino de Pechón, un pueblo situado muy cerquita de la Ría de Tina Menor, en la frontera con Cantabria. El pueblo en sí no tiene demasiado que ver, pero la playa es otra cosa.
Después de comer (menú de 13 €) nos bajamos a la playa, que está a un ratito andando, y allí estuvimos paseando y como cabras sobre las rocas hasta las 6 de la tarde, que emprendimos de nuevo camino hacia San Vicente de la Barquera. Aquí, dejamos el coche y fuimos a la oficina de turismo que está en la calle principal para informarnos sobre albergues. Reservamos en uno a 3 km (35 € sin desayuno la hab doble) y, después de ducharnos y cambiarnos volvimos a visitar el pueblo. Dio la casualidad de que había una especie de feria medieval, con sus puestecitos y demás situados en la calle de subida al castillo y a la iglesia de Sta. María. Desde lo alto de la zona donde se sitúan la iglesia y la muralla hay unas vistas muy muy bonitas.
5º día – REINOSA – MATAPORQUERA
Desayunamos en el albergue… con unas vistas de Picos de Europa alucinantes…se veían sin una nube y se distinguía hasta el Naranjo…. A punto estuvimos de volver sobre nuestros pasos e intentar la subida, pero ya nos pillaba bastante lejos. Se nos ocurrió la idea de visitar Cabárceno, el parque zoológico en estado casi natural. Al llegar allí y como era sábado me empecé a estresar, porque sólo había familias con niños, estaba todo hasta arriba de gente y sólo se visita en coche, con lo cual os podéis imaginar la cola que había.
Total, que al ver aquello, decidimos dejarlo como asignatura pendiente y visitarlo entre semana y no en verano.. y con bici, si puede ser.
Acabamos, en Reinosa, un pueblo al sur de Cantabria. Después de una cañita tranquila y la visita de rigor a la oficina de turismo decidimos ir andando hasta el nacimiento del río Ebro, unos 12 km. El sitio como tal y definiéndolo de un modo no demasiado duro ¡¡¡es una mierda!!! El pobre Ebro, ya desde el nacimiento, es represado a los pocos metros y lo tienen ahí como lugar de recreo para atraer a los patos y que sea atractivo para los turistas. A mi me pareció una auténtica aberración… Desde allí, y después de comernos un bocadillo, seguimos andando para ver el Castillo de Angües, con bonitas vistas, pero sin nada que se salga de lo normal. El camino de ida fue todo por carretera (por carril bici para más detalle) pero el de vuelta lo hicimos por caminos, después de preguntar a algún lugareño.
Una vez de vuelta en Reinosa, después de dar un breve paseo por el centro (no tiene mucho que ver, salvo los patos sobre el Ebro) fuimos a un sitio llamado Bámbola, al lado del río: una chocolatería en la que dan de comer cosas buenísimas. Nos pusimos de chocolate a la taza, nata y picatostes hasta arriba. Si pasáis … totalmente recomendado. Después del homenaje, cogimos el coche y nos dirigimos a Mataporquera, que es donde dormíamos, en un hostalito recién reformado (40 € hab doble incluido desayuno).
Este pueblo tiene una fábrica de cemento enorme; os recomiendo aparcar lo más lejos posible de ella porque luego se quedan gotitas en el coche muy difíciles de quitar.
6º día – MATAPORQUERA – MADRID
Al día siguiente nos levantamos prontito y nos hicimos parte de la “Ruta de los Menhires” (completa son unos 12 km de ida, en la que vas visitando diferentes menhires (unos 11 en total). Nosotras sólo visitamos 5 (unos 7 km) y según nos contaron realmente estaban ahí, es decir, que no los han colocado, si no que había muchos. Algunos están restaurados. Después partimos hacia Madrid, sin prisa pero sin pausa, esta vez por la A – 1.
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