Antes de planificar tus Rutas por La Selva Negra (Schwarzwald, en alemán) necesitarás saber cuales son los sitios de interés de la zona y algunos consejos que debes tener en cuenta para organizar tus rutas. El nombre que recibe esta zona se debe a la gran densidad de arboles que hay, que junto a la humedad y la temperatura, la convierten en un destino de turismo de naturaleza.
Friburgo (Friburgo de Brisgovia) será probablemente tu punto de partida para comenzar tus rutas, pero si no lo es, es una visita obligada. El casco antiguo junto a la catedral con los famosos es destino de unos tres millones de visitantes anualmente.
Stuttgart es otra de las ciudades principales, considerada también como entrada a la Selva Negra, está rodeada de colinas, bosques y viñedos.
El alojamiento en esta zona no será un problema, hay hoteles, granjas y balnearios. Si tu presupuesto es bajo, no te preocupes, hay zonas de acampada y albergues.
El clima es de montaña, las temperaturas crecen algo en verano y bajan en invierno, pero las diferencias no son relevantes, el bosque regula con eficiencia los cambios de temperatura. Es una zona relativamente húmeda.
Para desplazarte, la mejor opción es alquilar un coche, pero si no te fuera posible, hay autobuses y trenes que comunican bastante bien toda la zona. Si tu opción es la bicicleta, hay muchas rutas. Desde Friburgo algunas rutas recorren las riberas del río Dreisam.
Las comidas no serán un problema, carnes y pescados de la zona, cervezas y vinos locales y para terminar la famosa tarta Selva Negra o schwarzwälderkirschtorte.
Principales lugares de interés de la Selva Negra:
- Friburgo
- Stuttgart
- La cascada de Todtnau.
- Las cascadas de Triberg.
- El lago Feldsee.
- El lago Mummelsee
- El lago Schluchsee.
- El lago Titisee.
- Línea ferroviaria de la Selva Negra o Schwarzwaldbahn.
- Línea ferroviaria del Valle del Infierno y los 3 lagos (Höllentalbahn-Seebrugg).
- El molino de Hexenloch.
- Monasterio de Sankt Blasien.
- Monasterio de Sankt Peter.
- Monasterio de Sankt Trudpert en Münstertal.
- El monte Belchen.
- El monte Feldberg.
- El monte Kandel.
- Parque de atracciones Europa Park.
Algunas Rutas en coche por la Selva Negra
- Ruta Alta por la Selva Negra en coche o Schwarzwaldhochstraße.
- Ruta de los relojes de cuco por la Selva Negra o Uhrenstrasse. La zona es célebre por los relojes de cuco que antiguamente se elaboraban y se vendían, en esta ruta puede verse uno de los relojes de cuco más grandes del mundo.
- Ruta panorámica por la Selva Negra en coche o Schwarzwald Panoramastrasse.
¿Has estado por la Selva Negra? ¿Qué rutas has realizado?
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Te pongo aquí lo que se publicó en otra web sobre esta zona de alemania, viaje de 6 días.
DIA 1
Nosotros partimos desde Bélgica en dirección Luxemburgo, visitamos la ciudad por la mañana y comimos en la plaza, donde había un festival de otoño de la manzana, y podías comprar en los puestos salchichas a la brasa, cerveza, tarta de manzana o buñuelos.
Salimos hacia Badem Badem después de comer, y tras perdernos, dar mil vueltas y comprar en una gasolinera un mapa mejor, llegamos a badem badem al anochecer. El alojamiento en esta ciudad es caro, y más si llegas un sábado por la noche, sin reservar nada, así que después de varios intentos, nos alojamos en un hotel precioso y muy romántico, de cuatro estrellas, llamado El Pequeño Príncipe. Y nos dejamos el presupuesto de la mitad de las vacaciones.
DIA 2
Superado el susto del alojamiento, Badem Badem es una ciudad encantadora, aunque a primera vista es un lugar turístico, caro y pijo, por sus casinos y tiendas de lujo, tiene bonitas calles, una coqueta iglesia rusa de cúpulas doradas, balnearios, un castillo, termas romanas de Caracalla… lo que más me gusto: el Lichtentaler Allee, un paseo ajardinado de estilo inglés, por la orilla del Oos, por donde pasearon emperadores, generales y burgueses durante los últimos siglos.
Saliendo de badem badem tomas la carretera hacia la selva negra. Empiezan los paisajes. Los valles se abren, salpicados de casitas de la pradera, y comienzas a subir montaña por una carretera bordeada de árboles. Nosotros fuimos en Octubre, y el espectáculo de colores nos dejó sin respiración. Tras hacer unas veinte paradas en cada curva para sacar fotografías, llegamos a Bühlerhöhe, donde hay una estación de esquí donde puedes tomar un chocolate bajo un porche de madera mientras contemplas las montañas. Seguimos hasta Mummelsee, un lago glaciar, donde merece la pena aparcar el coche y seguir el sendero que rodea el lago y dar un tranquilo paseo. Unos kilómetros más adelante hay que tomar una salida a la derecha en dirección Allerheiligen, donde encontramos las viejas ruinas de un convento del siglo XIII. El lugar tiene una curiosa mezcla, por un lado el valle es impresionante, y mientras bajas, descubres una especie de halo mágico en las ruinas, en el entorno. También hay un sendero que te lleva por el borde de un riachuelo plagado de pequeñas cascadas. Comimos junto a las ruinas, en Gaststätte Allerheiligen, una sopa muy rica, salchichas y una tarta de chocolate y cerezas… buff, espectacular!! La porción más grande que había visto en mi vida.
Continuamos dirección Freudenstadt, pasando por un curioso pueblito llamado Zwieselberg. Digo curioso, por que íbamos por una carretera atravesando un bosque tan frondoso que parecía que fuera de noche ( en realidad por eso se llama la selva negra, por la poca luz que pasa entre los árboles) y de repente se abre ante nosotros una gran pradera, soleada y salpicada de casitas… qué monada!!! Y resulta que todas las casas alquilan habitaciones. Pero no encontramos ninguna disponible, así que atravesamos otro trozo de bosque y llegamos a Kniebis, donde encontramos el Café- Pensión Waldesruhe. Una gran habitación con baño, calentita, con una terraza enorme y unas vistas maravillosas. Con desayuno incluido, 51 €. Un sitio muy acogedor.
Para encontrar alojamiento en la selva negra, si vais a la aventura sin nada reservado, no hay ningún problema en el momento que descubres las palabras mágicas (sobre todo si no hablas nada de alemán):
ZIMMER: alquiler de habitaciones, casa rural.
FERIENWOHNUNGEN: casas de vacaciones.
Son cómodas, económicas, acogedoras y te permiten tener un contacto más directo con la gente de allí que los hoteles. Hay carteles por todas partes.
Una vez alojados paseamos por Kniebis, que tiene unas pequeñas ruinas y un riachuelo. Y al anochecer fuimos a ver Freudenstadt, que es una ciudad pequeña, con una bonita plaza, la más grande de Alemania, y poco más. Cenamos en un Donner Kebab, por que fue lo único que encontramos abierto. En esa zona, o cenas a las 7, o te quedas sin cenar.
Cerca de aquí, hay un par de localidades dedicadas a las aguas termales, como Bad Rippoldsau o Bad Peterstal. No nos dio tiempo a ir.
DIA 3
Seguimos la ruta hacia el sur, amando por Alpirsbach, con una bonita abadía benedictina por donde merece la pena dar un paseo. Después llegamos a Schiltach, un pueblo bello y muy cuidado con casitas de entramado de madera, una preciosa plaza del mercado y un museo gratuito de la madera y los oficios (es muy pequeñito). Seguimos por Wolfach, donde hay un viejo castillo y un museo de la minería(este no lo vimos). Por Haslach, con bonitas casas y parques floridos. En dirección Gutach, encontramos el Museo de la Selva Negra, en Vogtsbauernhof. El museo es muy interesante, ya que puedes ver el interior de autenticas casas y granjas de esta región, y hacerte una idea de la vida que se ha llevado durante siglos, del estilo de vida tradicional. Tardamos una hora en verlo, y comimos en un puesto junto a la entrada.
Hornberg es un bonito pueblo en el valle, desde el castillo hay una vistas preciosas. Triberg es muy bonito también, por la carretera verás los relojes de kuko más grandes del mundo, y si les echas un euro, se mueven las figuras. Muy cerca visitamos Wasserfall, donde están las cascadas de Gutach. El paseo está lleno de encanto, las cascadas son preciosas y si tenéis suerte, veréis las ardillas saltando entre los árboles. Nosotros les dimos de comer un panecillo que llevábamos en la mochila.
Continuamos por St Märgen y St Peter, pueblos bonitos que vimos desde el coche, y seguimos la ruta en dirección al monte Kandell (1242 m), las vistas prometían ser espectaculares pero comenzó a caer la niebla y, muertos de rabia, proseguimos el camino hasta Waldkirch, entre túneles de abetos. Nada más llegar a Waldkirch buscamos alojamiento y lo encontramos sin problemas. En la Casa Pensión Imhof, que está siguiendo la calle principal y cerca del cementerio, por 54 € una bonita y espaciosa habitación con baño completo y un gran desayuno. La señora, encantadora, nos ofreció papel de plata para que nos lleváramos lo que quedó del desayuno para media mañana.
Paseamos al anochecer por el pueblo y nos pareció precioso. En lo alto las ruinas del castillo, una iglesia barroca (de Sta Margarita), y una plaza bordeada de coloridas casas de siglos pasados. Cenamos en la misma plaza, en un Café que hacía esquina en un edificio rosa, una sopa de goulash riquísima y unos filetes. Mientras cenábamos, unas chicas que estudiaban español en el instituto se acercaron a hablar con nosotros, les hacía mucha ilusión practicar.
DIA 4
Friburgo nos recibió por la mañana con el bullicio del mercado frente a la catedral y la ciudad en plena actividad. Nos pareció una ciudad muy bonita, pero aunque tiene muchísimas cosas para ver, estábamos ansiosos por continuar por la selva negra, así que vimos en un par de horas lo principal (la catedral, la casa de Erasmo de Roterdan, el ayuntamiento, la puerta de Suabia y los canales junto al río) y continuamos la ruta. Y no nos equivocamos.
Primero atravesamos una zona de viñedos y castillos, luego paramos en Zavelstein, un pueblo encantador, donde comimos pan relleno y horneado y tarta de chocolate.
La ruta continuaba a través del precioso valle de Münstertal, donde un monasterio benedictino se abre en medio de graderías y bosques donde te sientes en otra época. Mientras hacíamos fotos, las vacas y los caballos se acercaban a curiosear. También bonitas son las casas salpicadas por el valle, de madera con balcones floridos.
Siguiendo hacia el oeste por una carretera de montaña (y de curvas) se alcanza la cima del Belchen, desde donde los días despejados, se divisan los Alpes suizos, el mont Blanc, la llanura del Rhin y los Vosgos. Nevaba, así que nuevamente las vistas tuvimos que imaginarlas, pero a pesar de eso, el paisaje merecía la pena.
Pasamos por Schönau y continuamos a Todtnau, donde dimos un paseo. Muy cerca, en Hasbach-Aftersteg hay unas bonitas cataratas en un entorno boscoso lleno de encanto.
La cima del Feldberg (1493 m) nos ofreció por fin, las ansiadas vistas de la selva negra. Paseamos por la zona y tanteamos la idea de hacer alguna de las muchas rutas de senderismo señalizadas, pero preferimos seguir la ruta hacia Schluchsee, un lago de origen glaciar situado en un precioso paisaje. La ruta no nos decepcionó en absoluto y disfrutamos de los rojos, amarillos y ocres de los árboles en medio de aquel paisaje de ensueño.
Anochecía mientras llegábamos a Titisee, pueblo que rodea otro lago glaciar. Al acercarnos al pueblo vimos en la ladera de la montaña una granja preciosa que se parecía a las que habíamos visitado en el museo de la selva negra. Atravesamos el pueblo buscando una casa rural y encontramos enseguida un muñeco de madera con el cartel “zimmer” y una flecha que nos llevó directamente a la granja que tanto nos había gustado. Por 35 € nos alojamos en una granja encantadora, con una habitación sencilla pero completa, con un gran balcón lleno de flores y unas vistas de impresión.
Bajamos al pueblo y paseamos al anochecer por la orilla del lago. Cenamos como campeones en un restaurante del pueblo, donde los lugareños se acercan a tomar unas cervezas y a charlar unos con otros. Aun era pronto pero el pueblo ya estaba desierto, nuestra habitación no tenía televisión y estábamos agotados, así que a las 9 de la noche, ya estábamos durmiendo.
DIA 5
Nos levantamos al amanecer como nuevos. Nos escabullimos entre los establos de la granja para ver como trabajaban con el ganado, ordeñaban las vacas… había mucha niebla, pero a pesar de eso, el sitio era tan encantador que paseamos por los alrededores hasta que levantó el día. Una abuelita digna de cuento, con una larga trenza blanca hasta la cintura y botas catiuscas, nos sirvió un desayuno enorme con mantequilla casera, bollos y todo tipo de embutidos.
Queríamos llegar hasta el lago Constanza para visitar Meersburg, así que nos alejamos de las montañas y salimos de la selva negra. Hicimos una parada en Donaueschingen, donde nace el Danubio en una fuente bajo una catedral de cúpulas bulbosas. Paseamos por la ciudad y por el borde del rió y sus jardines. Continuamos con nuestro camino, y llegamos a Meerburg a media mañana. Justo a la entrada del pueblo, a mano derecha encontramos una casa preciosa que alquilaba habitaciones. 45 € habitación doble con desayuno, habitación enorme con una gran terraza. Dejamos el coche en el aparcamiento de la casa y bajamos andando al pueblo caminando entre viñedos.
En una palabra: Sorprendente. Sabíamos que el pueblo era bonito, pero no esperábamos que nos dejara con la boca abierta. Callejuelas de casas de entramado de madera, arcos, plazas con fuentes y estatuas de piedra, un molino de agua, el castillo viejo y tres palacios, el paseo “marítimo” y los jardines junto al puerto… Comimos en una cervecería de la Unterstadt strasse y pasamos la soleada tarde paseando relajadamente por el pueblo, junto al lago, por los jardines, por arriba, por abajo… precioso. Vimos atardecer desde los jardines del palacio, con el sol reflejándose en el lago y ocultándose tras la orilla suiza. Nos recomendaron ver la isla de Mainau (o isla de las flores) y Lindau, una ciudad cercana que era muy bonita, pero nos gustó tanto Meersburg que no quisimos movernos de allí. Cenamos en Alemanen Torkel, un romantico restaurante de la Steig strasse a la luz de las velas. Y ya de noche, con un frío que pela, volvimos a la casa a dormir calentitos bajo el edredón.
DIA 6
Nos levantamos llenos de ánimo por que volvíamos a la selva negra. Regresamos por algunos de los sitios en los que habíamos parado los días anteriores y continuamos hasta Gengenbach, un pueblo de cuento de hadas. Dejamos el coche en las afueras y entramos al pueblo por una arcada, el casco histórico y las callejas de entramados de madera te obligan a hacer mil fotos, como por ejemplo la calleja Engelgasse. Se levantó un aire helado así que pasamos a una cervecería a recobrar fuerzas. Continuamos hasta Estrasburgo, aparcamos el coche en las afueras y recorrimos la ciudad. La ciudad está llena de cosas bonitas, como la pequeña Francia, que es un barrio de casas de madera, junto al río, la catedral, las antiguas murallas, y las exclusas del río. Pero comenzó a llover a cantaros y hacía un frío que te helaba la respiración, así que nuestro paso por la ciudad fue a la carrera. Cogimos la autopista y subimos al norte, hasta Trier (o Treveris). Buscamos casas rurales pero no encontramos ninguna, así que finalmente nos quedamos en el hotel Astoria. 80 € una habitación que no le llegaba ni a la suela del zapato a las que habíamos tenido hasta aquel momento. Pero estaba limpio y céntrico. Caminamos hasta el centro y vimos la plaza, la Porta nigra y los principales monumentos. Cenamos frente al hotel y a dormir. Al día siguiente debíamos regresar a Bélgica y teníamos varias horas de camino, así que nos acostamos pronto, empezando ya a sentir la añoranza por la selva negra, sus pueblos y sus gentes.